domingo, 20 de agosto de 2017

Han pasado cuatro días, los peores cuatro días de mi vida. Me mantengo firme, sí, hago todo normal, río, converso, trabajo, estudio, todo sigue igual, pero algo murió en mí, algo que me daba ganas de seguir día a día.
Imbécil fui al creer que encontraría la felicidad en otra persona, mal mal mal, la felicidad debe de encontrarse en uno mismo, y ese fue mi problema, porque vi mi felicidad en ti, porque tenía miedo de perderte, porque tenía miedo de no volver a ser feliz nunca más en mi vida. Y aquí estoy, solo de nuevo, y sin ti.
Me costó entenderlo, pero después de aquella tarde todo fue increíblemente claro, dicen por ahí que la noche es más oscura justo antes del amanecer. Ojalá hubiese amanecido antes que pasase todo esto.
Ahora lloro cada noche, bombardeado de recuerdos tuyos, momentos de nosotros, pensamientos de futuro, ¿Qué hago con todo eso? No quiero tirarlos a la basura.
Ojalá me des una oportunidad para demostrarte que he cambiado, que soy capaz de amarme a mí mismo, antes que amarte a ti, de demostrarte que puedo confiar en ti, así como tú puedes confiar en mí, que soy incapaz de hacerte daño, y si acepté alejarme de ti en ese momento, fue porque sentí que te hacía daño.

A pesar de que no te gusta que lo diga

perdón.