sábado, 4 de mayo de 2019

Cumplí veintiuno no hace mucho, se siente raro, se siente triste. Ya no soy un niño, a diferencia de los dieciocho, que no sentí ningún cambio. Soy un hombre triste y sin ánimos, un adulto que se preocupa por la plata de la casa, que se estresa y tiene problemas para conciliar el sueño. No me molesta, pero tampoco me agrada. lo que le temo en verdad es a la eterna soledad y la inminente muerte.

¿Algún día se acabarán mis preocupaciones? ¿O seré eterno esclavo de mis convicciones?

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